Entré en el marxismo de muy joven, en las movilizaciones previas y posteriores a la muerte del dictador Franco.
Después, en la universidad, también en un ambiente de movilizaciones, me empapé toda la obra de Trotsky. Fue gracias al largo verano aparcado en La Roda por las vacaciones de mis padres y a las movilizaciones polacas de los astilleros de Gdansk. De esa salí trotskista.
Enamorado me quedé en Madrid tras la mili. Me impliqué tanto en el PST (partido trotskista de la rama morenista de la IV internacional) que de nuevo las movilizaciones, esta vez en todos los países del este, me embarcaron rumbo a Moscú donde, además de hacer el trabajo político que había ido a hacer, revisé todo lo aprendido a la luz del fracaso de la URSS.
Dejé de ser trotskista y al regreso de Moscú me embarqué en un estudio que me ha llevado hasta hace cuatro años a revisar la visión y comprensión del Bien Común.
La nueva comprensión se puede encontrar en Sociedad del Bien Común que ya no es marxista, aunque haya cosas que lo recuerden ya que se trata de una evolución.
¿Qué quedó de todo aquello?
En la pelea Trotsky/Stalin es este último el culpable y Trotsky la víctima. Sin embargo, tras todo el recorrido que os cuento Trotsky tiene muchas responsabilidades, incluida la represión a otros revolucionarios.
De entre aquellos personajes me quedo solo con Lenin que tuvo la valentía de hacer siempre lo que creía necesario según los conocimientos de su época, sin miedo a la represión, siempre con visión social y la organización colectiva como herramienta.
Puede parecer un rincón, pero no olvidemos que cada ser humano tenemos el nuestro y cada cual contamos y hacemos un cachito de la historia humana.