“Quien no busque verdades no las encontrará, y quien no encuentre ni use verdades a diario llevará una vida primitiva, aburrida e inútil cuando no perjudicial.
¿Es dogmática esta postura? No, porque el dogma obstaculiza la investigación y genera debates interminables, en tanto que la investigación rigurosa es fértil. En
efecto, si un terreno, antes regido por la rutina y la superstición, se cultiva a la luz de la razón y la experiencia, puede terminar por incorporarse al sistema del
conocimiento auténtico. Esto es lo que ocurrió con la medicina, la psicología y la sociología en el curso del siglo XX.
En resumen, la vida que hoy consideramos normal requiere una rica panoplia de verdades de todo tipo. Los posmodernos, que niegan la verdad, sobreviven sólo porque hay otros que trabajan por ellos. Éstos, los productivos, se ajustan al precepto de que los seres racionales sólo actúan sobre la base de verdades que, aunque imperfectas, son perfectibles.”