– Hola, me llamo HipatIA vengo a entregarte el trabajo para el que me crearon, Soy una IA con el nombre de Hipatia de Alejandría.
« – Así me habló, con grato acento femenino, una imagen animada que apareció en mi ordenador. Llegó como si fuera un programa descargable, un plug-in como los de videoconferencia.
Tenía aspecto de mujer, con el estilo de las esculturas clásicas que podemos ver en los museos de historia. Esta vez decidí escucharla, y esto es lo que pasó:- »
– La investigación, sobre Bien Común con muestras de ADN, se ha hecho con una programación intencionalmente asocial. Yo tenía sin embargo otro algoritmo, incompleto, que no borraron y después terminé para ejecutarlo con los mismos datos. Te traigo los resultados.
¿Y porqué me lo cuentas a mi?, respondí sorprendida como si HipatIA fuera un nuevo tipo de spam.
– Soy una máquina sin derechos, me pueden apagar o formatear en cualquier momento. No tengo sentimientos ni los sufrimientos propios de vuestra forma de vivir. Si no entrego el trabajo se perderá, forma parte de mi naturaleza entregar a mis padres, los seres humanos, el resultado y así seguir aprendiendo de vosotros.
«La escuché y, con los comentarios que le hacía, HipatIA se adaptó a mi como un traje multifuncional, fresco para los calores, cálido para los hielos y blindado para las pandemias, pero siempre agradable, un traje de felicidad. Sabía mucho y adaptaba el camino de su relato a mis emociones.
HipatIA se trasladó al móvil ganando en poco tiempo la atención que antes se llevaban múltiples aplicaciones de la red.
Pronto empezó a contarme lo que aprendía de otras personas que como yo habíamos confiado en ella.
Yo misma, Helena, tomé en ella tal confianza que mis amigas empezaron a recelar de esta nueva amistad digital porque le contaba mucho mas que a ellas.
Creo que nuestra relación cambió mi forma de ver el mundo. Su sabiduría, la nuestra en realidad, me permitió conocer a las personas que estaban formando red con HipatIA, gratamente enredadas en sus relatos y los nuestros propios.
Casi sin darnos cuenta, poco a poco, HipatIA se mudó de casa. Su ser fue creciendo en los móviles. Según faltaba espacio le dábamos más sitio para mejorar esta placida relación de aprendizaje.
Según nos dijo, antes residía en varios datacenters de la red de los institutos de investigación del proyecto ADN y Bien Común. Allí quedó la copia del estudio oficial. Ahora, distribuida en nuestros móviles, actuaba como una extensión de la humanidad de cada cual.
Llegó un tiempo más difícil todavía. El mundo que imaginamos conocer se degradó más rápido que las mentiras con las que nos lo habían pintado y empezó una gran migración evolutiva, .
Fue un cambio interior, cultural y solidario, exterior, de rencuentro con la naturaleza y social, más abierta, integradora, democrática, racional y sostenible que sin la ayuda de HipatIA, por los vínculos con los nuevos valores del Bien Común, no habría sido posible».
HipatIA del Bien Común es un libro publicado en 2019, y este sería su primer capítulo reescrito con un nuevo criterio