De la experiencia soviética para el tránsito al Bien Común

Hace mas de 100 años en Rusia tuvo lugar una revolución social que generó una gran atracción sobre su experiencia. Se crearon nuevas organizaciones políticas y ‘sentó escuela’. Aún hoy percibimos sus ecos a través de las organizaciones que de una forma u otra reivindican su tradición. Quienes participaron en ella dieron la vida por el bien común. Los estereotipos han silenciado la pluralidad de los hechos que entre febrero y octubre de 1917 cambiaron el mundo acabando con el zarismo. El gobierno de los Soviets (asambleas de obreros, soldados y campesinos) lo encabezaron los bolcheviques, los mejor organizados e intelectualmente mas capaces de la socialdemocracia rusa.

Setenta y dos años después, el 9 de noviembre de 1989, cayó el muro de Berlín, que dividía Alemania, desatando una oleada de crisis terminales que acabó con los sistemas del socialismo de estado. La superpotencia soviética, que había intervenido en otras ocasiones, se abstuvo de enviar los tanques, bastante hacía con no caer también. La Perestroika que reconocía el estado de quiebra del sistema soviético (Glasnost) se descompuso tras el golpe de estado de agosto de 1991 llevando a la disolución de la URSS en diciembre.

Hoy vivimos inmersos en grandes cambios que, como todos en nuestra historia, salgan bien o mal, son una oportunidad para realizar el bien común, a escala global, local, o en alguno de los grandes retos para la humanidad como es el cambio climático.

La Revolución Rusa ha sido un polo de posicionamiento desde todas las perspectivas ideológicas, lo cual no impide que su experiencia pueda ayudarnos a orientar la transformación de la realidad actual si la contrastamos con los conocimientos disponibles hoy día. Sorprende que no se haya hecho este balance y prácticamente solo se conserve una memoria, congelada en las organizaciones, como ortodoxia intocable de cualquier signo.

Tuve la suerte hace 24 años (1994) de participar en un modesto balance en el PST Contracorriente, en el que explicamos como la crisis de los Países del Este y la URSS no sucedió como esperábamos. La visión crítica de lo que sucedía nos dio la oportunidad de saber como había sido la experiencia soviética: “Qué fueron y que son los estados de la ex-URSS y los países del este de Europa” del que el surgen muchas preguntas, mas allá de lo que cuento en los relatos y anécdotas de La URSS que conocí. Las respuestas, en una realidad e identidad con mas aprendizaje, no pueden esperar mas.

Fracasó el sistema soviético, es evidente, ya no existe, pero sería aventurado decir que fracasó la labor que mas destaca a lo largo de su historia: la defensa del poder conseguido porque hoy día siguen en el poder personas que en el sistema soviético eran identificadas como ‘familias del poder’, apellidos que se repetían en los ministerios, en los cargos relevantes del partido o las instituciones. Y hoy día Rusia y sus países periféricos de la CEI siguen resaltando por su poderío militar que en época soviética llegó a representar el 70% de su presupuesto.

La defensa del poder, ante los enemigos internos y externos, empezó en la guerra civil contra las presiones occidentales y los restos del zarismo llegando hasta la guerra fría, la ocupación de Afganistán o la reciente intervención en Siria.

Con esta labor como telón de fondo:

  • Alteraron la democracia para garantizar el monopolio al PCUS,
  • Generaron una burocracia, nomenklatura, en el poder político rodeada de privilegios que actuó como una casta explotadora.
  • Diluyeron el poder descentralizado de los soviets para generar un poderoso y represivo estado altamente centralizado en el que no existió división de poderes.
  • Utilizaron la planificación económica con la propiedad estatizada para crear una producción exclusiva para el consumo de la burocracia.
  • Redujeron el consumo y servicios para la población hasta niveles casi de subsistencia para fortalecer los pilares de la industria de armamento.
  • Suprimieron las condiciones de trabajo colectivas para hacer depender los salarios de la producción por piezas y los ritmos impuestos por brigadas de privilegiados, los Stajanovistas
  • Con el monopolio de la información, la cultura, la educación y la represión de lo distinto crearon una personalidad, individual y colectiva, carente de libertad para decidir, masificada, dispuesta a la delación, atada al papel designado por el estado para cada persona.
  • La represión formó parte del día a día, delación, deportaciones individuales, represión a grupos familiares completos y en masa, hambrunas por la colectivización forzosa (10 millones de muertos en Ucrania), KGB en secreto en todos los centros de trabajo…

Esta terrorífica descripción puede hacernos dudar de la voluntad de los revolucionarios que se jugaron la vida bajo el yugo zarista, en las tormentosas jornadas revolucionarias de febrero a octubre de 1917 y en la guerra civil. Organizados durante años en secreto, perseguidos, se educaron para la toma del poder, como muchos otros revolucionarios herederos de la tradición jacobina de la Revolución Francesa. Cuando consiguieron ‘el poder para el pueblo’ lo único que les sobrevivió fue el mismo poder que en 1938 les había asesinado a casi todos.

El estado, herramienta intermediaria entre el pueblo y su poder, se fue adueñando de este para asegurar el poder de los bolcheviques. Progresivamente el pueblo fue excluido, se contaminaron los soviets de la enfermedad característica del estado, la burocracia, hasta convertirlos en parte de su poder. El poder del estado diseñado para garantizar el dominio de una minoría, excluyó al pueblo sometiéndolo a terroríficas transformaciones con el solo fin de mantener en el poder a la minoría social que lo gobernaba. La oposición política en el partido bolchevique se convirtió en un peligro para el aparato burocrático por su experiencia revolucionaria. Cuando las tropas alemanas entraron por Ucrania la sociedad y el partido habían sido totalmente depurados de cualquier germen revolucionario.

Cuando hablamos del fracaso del sistema soviético es muy importante especificar a qué nos referimos exactamente. Si nos referimos a la revolución de 1917 no hay duda de que triunfó, triunfaron los soviets, y sobre sus cabezas se erigió el estado a costa de apagar y revertir la revolución. Fracasó la planificación centralizada, no hubo nunca democracia, ningún derecho se garantizó ante el poder totalitario de la burocracia. Si nos referimos al poder del estado soviético hay que reconocer que sobrevivió mas de setenta años a costa de su pueblo y que fué este quien le re4tiró su respaldo en la carrera armamentística que finalmente lo llevó a la ruina económica. El pueblo llevó a cabo una huelga silenciosa, espontánea, desorganizada pero tenaz, en todos los frentes: ‘ellos hacen que me pagan y yo hago como que trabajo’.

El estado como tal estado totalitario fracasó, no fue capaz de doblegar la resistencia pasiva de su pueblo que aprendió a depender de el al tiempo que evitaba contribuir cuanto podía.

Hoy hay también muchas personas que en este momento de grandes cambios apuestan por el Bien Común. Merece la pena cambiar el enfoque y pensar como hacer para no repetir la historia y que sean los interesados en el Bien común, y no sus representantes, voluntarios o a la fuerza, quienes decidan.

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