BORRADOR
Estamos habituados a ver las cosas desde un punto de vista individual, incluso aquellas que sabemos afectan a otros o, por su definición, son bienes públicos o del conjunto de la especie como pueda ser la naturaleza. A pesar del valor de la visión individual es imposible que solo con ella podamos hacer algo con el Bien Común. Ante cualquier cambio otras personas, afectadas o interesadas, manifestarán su discrepancia en situaciones en las que se toman decisiones, se aprueban o enmiendan leyes o reglamentos.
Vemos los cambios en el Bien Común como una decisión que beneficia a una parte, y hoy probablemente sea así. Esta percepción tiene muchas consecuencias que dificultan después la gestión diaria del bien que se trate. Es muy probable que si no estamos conformes no avisemos de problemas que tengan que ver con tal decisión, averías, deterioros o incluso en algunos casos daños directos causados por personas que buscan lucro o actúan abiertamente de forma antisocial. Es imposible que una persona cuyos intereses no se han contemplado se sienta incluida y por tanto no se van a generar las situaciones emocionales necesarias para intervenir directamente, sin presiones de terceros.
Si tuviéramos la oportunidad de hacer un ‘reset’ en la situación personal de cada uno de nosotros con respecto al bien de que se trate necesitaríamos tomar alguna referencia que nos permitiera comparar, por ejemplo ‘como está la cuestión de la vivienda en Francia‘. Si queremos una referencia histórica podríamos comparar ‘como era la vivienda media hace 10, 20, 30 años con respecto a lo que hoy es común’. No tenemos una visión personal por defecto, sino una visión relativa cuyo ámbito es la sociedad en la que habitualmente nos movemos. Esta situación, que es igual para cada persona, es una garantía para su libre albedrío pero dificulta la visión común.
Valores e indicadores del Bien Común
Cualquier bien tiene en un determinado momento unos valores que podemos mensurar y usar como referencia para cuando debamos tomar una decisión. Esta es una referencia científica, esos valores serán iguales para todo el mundo de forma que la visión personal se podrá expresar respecto de ellos. Gracias a los valores comunes hablaremos en un ‘formato’ que nos permitirá entendernos, cuando menos para comunicar a los demás nuestra valoración, y puedan así saber si comparten o no nuestra opinión, o aportar argumentos de vuelta que puedan ser a si mismo evaluados.
Por ejemplo: una vivienda tiene indicadores de habitabilidad, accesibilidad, servicios, salubridad, sostenibilidad, eficiencia energética, integración con el entorno o reciclaje de sus materiales. Medidas de referencia para espacios comunes, habitaciones o servicios. Es fácil establecer valores de referencia en vivienda usando estos datos, que podemos obtener estudiar y evaluar, para después crear indicadores que nos permitan saber el estatus de la cuestión en cualquier momento. La concurrencia de expertos/científicos en el bien de la vivienda hará que la Posición del Bien Común tenga una credibilidad general, incluyente, transversal… como punto de partida para toda la sociedad que puede contar con lo mejor que la ciencia haya podido desarrollar hasta el momento.
El ámbito de la Posición del Bien Común es cualquiera en el que deba aplicarse. Puede ser nuestro barrio, el pueblo, la comarca, el estado, o globalmente en el planeta. Por tanto es factible, si tenemos las personas y los medios para definir la Posición del Bien Común, el hacerlo sin tener que esperar que aparezca una autoridad que se encargue. Estamos hablando de ciencia y conocimiento, por tanto no habrá contradicciones graves si en el pueblo vecino alguien se pone a trabajar en lo mismo, aunque colaborar es buena idea y probablemente dé mejores resultados. Pero en ambos casos los valores y indicadores deberán ser considerados de forma que incluyan a todos los interesados ya sea porque lo van a disfrutar o porque trabajan en su gestión.
Globalidad personalización y planificación
Definir la Posición del Bien Común no supone decisión alguna, estas las tomará después la sociedad sin ser por ello homogeneizada. Son referentes científicos que evolucionan con la propia ciencia que estudiará como la sociedad ejecuta de forma concreta el Bien Común.
Si la Posición del Bien Común indica que ‘una casa media debe tener 90 metros cuadrados, cimientos, techo, etc’, por poner un ejemplo, después una casa concreta se construirá en la ‘finca x’ con características muy definidas en las que vamos a combinar decisiones globales (sostenibilidad, eficiencia energética, integración natural), locales (materiales de construcción, zonas construibles, normas de entorno etc), vecinales (áreas comunes, accesos…) y personales (color de las ventanas, orientación, distribución de las zonas). En el caso de un conjunto de casas de construcción colectiva La Posición del Bien Común nos ayudará a ponernos de acuerdo en como y qué debemos pedirle al constructor, aunque este después nos permita cambiar un armario de la vivienda que nos toque concretamente.
En el ejemplo de la vivienda la Posición del Bien Común puede tener indicaciones sobre la deconstrucción de viviendas, si reúnen determinadas características que aconsejen una retirada ordenada, p. ej ‘construcción guiada por especulación urbanística’. La indicación termina en ella misma, no es función de quienes la definen intervenir en su aplicación que corresponde a la sociedad, especialmente a quienes estén interesados/afectados por los valores de la indicación.
Las personas creativas, conociendo los detalles de la Posición del Bien común, usarán la libertad que dan los valores con respaldo social para desarrollar su iniciativa creadora aportando millones de matices que valoraremos por lo innovador, por la belleza de su creación, ayudando a crear una cultura positiva y nueva de lo común en la que sean cada vez mas raros los daños a la comunidad .
Gracias a la Posición del Bien Común siempre podremos evaluar en la sociedad los detalles de su aplicación en todos los ámbitos haciendo que la personalización, incluyendo todas las posibilidades de la creatividad humana, no supongan riesgos para el bien común y aporte valiosa información a los indicadores del bien común para la planificación futura.
Gobierno e instituciones
La aplicación concreta del Bien Común, personalizada en todos los ámbitos de la sociedad, nos provee de valiosa información para una planificación socialmente distribuida, sin necesidad de organismos centralizados que encarrilen las decisiones en ningún sentido. Nos permite crear legislación en todos los ámbitos de su concreción (barrio, local, comarca, comunidad, global…), así como las instituciones necesarias, ajustada a unas condiciones que conocen en todos sus detalles quienes viven sobre el terreno donde se va a aplicar.
Para las necesidades del Bien Común de cada ámbito, se crean y convocan Gobierno, administración , parlamentos, solo cuando son necesarios, pudiendo disolverlos si la sociedad no los necesita.
La Posición del Bien común es una referencia imprescindible para conseguir un gobierno de lo común distribuido, descentralizado y abierto, personalizado en cada ámbito, dependiente de la sociedad empoderada, con la implicación emocional que da sentirse protagonista, que no han conseguido los gobiernos centralizados
Organizaciones del Bien Común
La Posición del Bien común debe determinarla una organización de carácter científico, directamente relacionada con el bien que se trate, puede ser una organización ya existente, una universidad por ejemplo, o crearla expresamente. Su credibilidad social será la fuente de su financiación. Una Posición de Bien común bien elaborada, útil, animará a la sociedad a incluir financiación en las decisiones que adopte para el gobierno del bien común asegurándose de la fiabilidad de los indicadores y del trabajo de investigación para la mejora del Bien Común.
La puesta en marcha del proceso social que lleve a la creación de leyes y/o instituciones requiere de una maquinaria social especializada y autofinanciada cuyo objetivo es la participación del conjunto de la sociedad en todos los niveles en los que se deba tomar decisiones y que por lógica debe disolverse al finalizar su trabajo. En su definición tienen tanta importancia sus funciones como su propio nombre, Organizaciones del Bien Común.
Alrededor de la implementación de Bien Común se organizará una economía con tal fin, organizaciones económicas, privadas o públicas, cuya finalidad sea movilizar la realización del Bien común consiguiendo el beneficio para toda la sociedad, un beneficio de 360 grados caracterizado por valores del bien común que podamos evaluar con indicadores.
Las experiencias actuales
Cada día surgen mas experiencias que anuncian la Posición del Bien común como algo intencionalmente buscado, transversal a toda la sociedad, no dependiente de una parte o de una ideología:
La lucha contra el cambio climático, el movimiento feminista internacional, El Software Libre, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, los Partidos Pirata, La Renta Básica Universal, el movimiento 15M…
A su vez movimientos sociales preexistentes, identitarios como el movimiento obrero, suavizan sus dependencias ideológicas y se hibridan con las tendencias transversales del Bien Común.
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La primera exposición global de Posición del Bien Común: