El poder económico de las personas en el cambio de paradigma

Tras la pandemia muchas personas somos conscientes de cuantos daños nos ha causado la relación destructiva de la humanidad con el medio ambiente. Lo hemos pagado con millares de muertos y parece que esta derrama de vidas humanas no ha servido de mucho porque el retorno a la actividad económica se ha hecho igual o peor que antes. Pasará el verano como un paréntesis y volverán los virus de la zoonosis.
Covid 19 nos ha mostrado a su paso como el cese de nuestra actividad destructiva mejoraba el medio ambiente por su ausencia. Si la naturaleza tuviera voz nos diría que el virus somos nosotr@s. En realidad nos lo dice cada día con los efectos actuales del cambio climático y la propia pandemia, pero no hacemos caso:

  • Los que producen destruyendo venden sus productos como si fueran saludables.
  • Quienes compramos toleramos el engaño, como si fuera sostenible o libre de riesgos.
  • Ignoramos las consecuencias sociales (precariedad, toxicidad del trabajo,  violación de DD.HH), aunque suframos en carne propia las mismas situaciones.

Estamos tan alienados de la economía que no detectamos la responsabilidad personal que tenemos. Seguimos el cauce establecido a pesar de que el poder de compra de cada persona es una poderosa herramienta de cambio.

Saludable, sostenible y socialmente responsable

No es saludable un producto que:

  • – Contiene elementos químicos negativos para la salud humana.
  • – Causa daños injustificables en la naturaleza.
  • – Produce daños sociales a quienes están incluidos en su producción y o distribución.

Los productores irresponsables intentan sin embargo ganarse la simpatía de los consumidores por el tremendo poder que tienen sus decisiones en sus lucrativos negocios:

  • Hacen campañas de marketing engañosas.
  • Aprovechan los vacíos legales sanitarios para presentar como sanos los ingredientes ocultando lo que incorpora el proceso productivo o incluso fuerzan cambios legales que permitan su borrado de las etiquetas.
  • Crean una imagen corporativa en la que se cumplen todas las normas de calidad a pesar de que resulte asquerosamente incomestible o hasta peligroso para la salud.
  • Envenenan los lugares donde se produce provocando incluso la huida de la población que puede perder hasta el agua potable de su zona.
  • Explotan a sus empleados en condiciones sociales totalmente inaceptables cuando no trasladan sus factorías a países en los que no hay normas sanitarias o se permite hasta la explotación infantil.

El secreto comercial, la falsificación directa o las noticias falsas permiten la impunidad y el engaño de forma tan generalizada que las multinacionales responsables del cambio climático se pudieron presentar en la cumbre del cambio climático de Madrid (Coop25) como las más responsables con el medio ambiente.

El poder de los consumidores

En algunas ocasiones los consumidores nos hemos dado cuenta de estos engaños y hemos saltado a la palestra exigiendo rectificación a los responsables, y lo hemos conseguido. Hemos ejercido el poder que tenemos como consumidores interviniendo directamente en el mercado, haciendo que el producto, o la marca, en el mercado responda a nuestros valores.

Políticos insensatos han usado este poder, con manipulaciones, para sus discriminaciones, fomentando el rechazo al consumo de productos procedentes de áreas de nuestra geografía a las que querían penalizar.

Deberíamos usar nuestro poder económico para impulsar el cambio de paradigma y evitar los funestos riesgos a los nos exponiendo con las deplorables prácticas del actual sistema económico. La clave está en la identificación de los productos, en las marcas.

Existen marcas de calidad, certificadas por denominaciones de origen, que garantizan determinados niveles de calidad. Responden al compromiso de grupos de productores que han descubierto las ventajas de incorporar las garantías que los consumidores reclaman en sus marcas. Son marcas que garantizan sus valores.

Aún así hay productores de rioja que compran su vino en La Mancha y se venden como auténticos rioja. Si tal información se hiciera pública el timador iría a la ruina y la denominación de origen Rioja podría expulsarles. Cualquier hueco que dejemos a la impunidad será aprovechado, igual que los agujeros de seguridad informática son siempre usados y por ello se corrigen con tal rapidez.

  • Para conseguir un cambio estable, duradero, que nos garantice los valores que la mayoría de la sociedad defendemos, las condiciones en las que se emiten las marcas las debemos decidir l@s ciudadan@s.
  • Quienes sean productores, sostenibles y socialmente responsables, se unirán gustosamente a estas marcas, porque ya cumplen las condiciones, y no temerán la inspección técnica que los usuarios dispongamos para certificar la calidad.

Una marca Saludable, Sostenible y Socialmente Responsable

Si hemos intervenido ocasionalmente para garantizar nuestros valores lo podemos hacer regularmente usando medidas que ya existen, como las D.O., que solo requieren su puesta en marcha, adaptadas para el control por la ciudadanía.

Con una Marca de Valores, una sola, dependiente de los consumidores, garantizamos, con indicadores personalizados en cada producto, que es Saludable, Sostenible y Socialmente Responsable.

Con una base técnica analítica y otra de valoración social del producto (basada en ventas) tendremos la información necesaria para decidir una compra, responsable y segura, que contribuya al cambio de paradigma.

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