La Identidad Nacional Catalana del S. XXI

Fuente: https://twitter.com/fiodoirmactire/status/1045767940409348097?s=12

Cualquier persona que participara anoche (28 de septiembre) en la concentración de la Plaza de Sant Jaume nos puede contar porqué se siente catalán, porqué participa en la concentración con motivo de la manifestación unionista de policías y guardias civiles del día 29 en esa misma plaza. Quizas sea un catalanista de siempre, un integrante de un CDR, un socio/a de Omnium, un catalanoparlante o castellanoparlante… o nos responda que es un ciudadano mas.

Es muy probable que oigamos sus palabras rodeadas de emoción, que ésta inundara la plaza, igual que la sentíamos en las grandes concentraciones del 15M. Sin duda en todo el estado se cruzan emociones de muy diferente signo con el tema catalán. Está muy vivo y llega al corazón de las personas, las moviliza, como cualquier proceso de identidad, esa cualidad humana que como seres sociales se manifiesta en todas sus formas, tanto sociales como individuales. Es muy probable que en el proceso abierto por la Autodeterminación se encuentre la Posición del Bien Común.

La formación de las identidades nacionales han repetido a lo largo de la historia, en las condiciones de cada tiempo, esa respuesta emotiva que surge del sentir colectivo de sentirse una nación “Som una nació”, la definición que incorpora el preámbulo del estatuto de 2006 suspendido por sentencia del Tribunal Constitucional el 28 de junio de 2010.

Las revoluciones de 1848 despertaron a los pueblos de Europa, que seguían en su mayoría dominados por el absolutismo, de forma que se inició el proceso de formación de naciones estado que ha cambiado por completo el mapa europeo. Se formó el estado italiano entre 1861 y 1870; se formó el Estado del Imperio Alemán el 18 de enero de 1871 (primer estado unificado). La disolución del Imperio Austro Húngaro transformó por completo los Balcanes y nos trajo la primera guerra mundial. Aún hoy día, de forma pacífica, se está produciendo la unificación de Irlanda con el Acuerdo de Belfast, del Viernes Santo de 1998 (10 de abril) por los gobiernos británico e irlandés y aceptado por la mayoría de los partidos políticos norirlandeses, para poner fin al Conflicto de Irlanda del Norte. También fue aprobado por el pueblo de Irlanda del Norte y la República de Irlanda mediante un referéndum en cada lugar.

La simplificación política no ayuda a entender lo que está sucediendo. En pleno siglo XXI sabemos mucho mas que en 1840, por eso suceden las cosas de forma distinta:

  • Los cambios en la conciencia de la sociedad son mas rápidos porque el conocimiento viaja por las redes.
  • La sociedad no se mueve en bloques homogéneos de clases sociales porque esta no es su estructura, mucho mas compleja y permeable. Se dice muchas veces que la sociedad catalana es una sociedad abierta, cosmopolita, ‘por las Ramblas de Barcelona pasea el mundo’.
  • La política está transformándose, ya no es solo la acción de gobierno de las élites. Con la llegada del 15M la lucha contra la corrupción política ha desplazado del primer lugar los motivos de preocupación social que antes definía el cuarto poder, la prensa. La transparencia que era un plato de élite en pequeños lugares se ha vuelto un valor cada vez mas extendido en la sociedad.
  • La democracia intenta evolucionar a estadios superiores con la introducción de herramientas electrónicas que permiten su realización en cualquier momento. No sin oposición y malas prácticas, pero estamos en ese camino.
  • Ha fracasado la homogenización, el tratamiento de masas. Por doquier se manifiesta la personalización, hemos llegado a las ‘Marcas Personales’. Triunfa el ‘yo’ del libre albedrío sin haber conseguido aún un equilibrio con el ‘yo social’, un acuerdo social que necesita mas concreción del Bien Común. El acceso al conocimiento permite a las personas empoderarse haciendo que un Proceso Constituyente no signifique la disolución de las personas individuales en su identificación social, en su identidad nacional.

Con una visión de la historia desde un punto de vista del conocimiento no se puede mantener el esquema de la identidad nacional como un proceso de la burguesía catalana. Es un sesgo de clase artificialmente introducido en una sociedad que vive en el siglo XXI.

Afortunadamente ha crecido nuestro conocimiento científico sobre la identidad individual y social de las personas. Casualmente ayer un amigo me pasó un útil compendio de esta cuestión ‘A propósito de la Identidad: Aproximación a los diferentes tipos de identidad’. Las personas expertas en Management, Psicología Social, Recursos Humanos, marketing, neurociencia, pueden hacer mucho para la sociedad en el Proceso Constituyente que está pidiendo la sociedad catalana.

Concretar la forma de gobierno, que la República Catalana no sea solo un recuerdo de Lluis Companys, ni una argucia política para despistar la corrupción de cuatro políticos, supone hacer las cosas de la mejor forma que sea posible en el siglo XXI:

  • Incluir sin exclusión alguna a toda la sociedad en el Proceso Constituyente facilitando el acceso al conocimiento necesario para que pueda empoderarse como ciudadana/o constituyente de la República Catalana.
  • Hacer un Proceso Constituyente abierto en el que puedan participar las personas que ayudando al proceso catalán van a difundir la semilla de la libertad desde el sur al oeste del rio Ebro haciendo que el proceso de empoderamiento germine de la misma forma donde domina el moribundo estado postfranquista.
  • Crear unas instituciones abiertas, cercanas, accesibles, transparentes, ágiles. Unas instituciones fluidas que no repitan en la creación de lo nuevo la centralización, la opacidad, el elitismo, la burocracia y el gobierno a espaldas de la ciudadanía, que están minando los gobiernos en todo el mundo. No vamos a repetir aquello que nos ha motivado a constituir una nueva sociedad catalana.
  • Que sea la Democracia, en sus formas más ágiles y modernas, la que nos ayude fomentado la inteligencia colectiva, a crear una república participativa en la que toda/os contemos sin excusa ni exclusión alguna.
  • Que cada ciudadana/o sienta que se va a beneficiar (Beneficio de 360º) de la nueva organización de la sociedad, que el Bien Común no solo le incluye sino que necesita de su aportación específica sin la que no es posible definir la nueva sociedad catalana.

Creo que hay fuerzas que ya lo ven así, es posible que muchos ciudadanas/os, sin haberlo pensado mas, solo porque viven en 2018 y no en 1840, ya lo incluyan en su visión cuando nos cuentan embargados de emoción que ‘esta vez vamos a conseguirlo’.

La ciudadanía de Catalunya tiene una oportunidad histórica, y no es menos cierto que su oportunidad es parte de la nuestra y que, así como depende de ellos llevarla a cabo, depende de nosotros hacer nuestra propia parte, que supone también autodeterminarnos constituyendonos como sociedad empoderada para tener un futuro con identidad propia definida por valores democráticos, inclusivos y abiertos.

 

A posteriori
Buscando para un trabajo de Bien Común de mayor envergadura me encontré con Bien Común e identidad – (22/12/2014) Eldiario.es que los contrapone. Dejo a reglón seguido el comentario que me será útil:

“Comparto la idea de que la crisis cuestiona los elementos de cohesión, de bien común, que estabilizan las sociedades. En estas situaciones hay el riesgo de una regresión a un orden que puede cuestionar aún mas la visión pasada de bien común. La sensación de que estamos perdiendo despierta el miedo, agita el conservadurismo y el odio de quienes se ven mas protegidos volviendo mas atrás. Se puede entender que efectivamente el nacionalismo en épocas de crisis crezca por la descomposición de lo que conocimos. La identidad común es siempre un refugio, una zona de confort donde nos sentimos mas protegidos, identificados. ¿Pero no aporta condiciones para reconstruir el Bien Común?. ¿Tiene el procomun colaborativo limitaciones? ¿Cual es la posición del Bien Común?. A mi entender la posición del Bien común incluye a todos los seres humanos que desean colaborar para conseguirlo. Son ellos quienes lo identifican y dan sus mas precisos detalles. ¿En qué dimensión se produce esto?… en aquella que se junten las voluntades necesarias para conseguir una realización valoradas con tal por todos los participantes. ¿Implica una fragmentación?… no necesariamente. Implica un cambio del acuerdo que de todas formas ya ha roto la crisis. Es comprensible que en la crisis de los elementos que considerábamos identificaba el bien común no percibamos por igual las lindes de la ruptura, lo que se ha dañado y precisa cambios. Somo seres libres distintos con posiciones distintas en la sociedad, por eso somos democráticos. No me parece lógico que quienes crean que el bien común, el procomún colaborativo, se concierta en el ámbito que ha entrado en crisis quieran que otros vean las lindes de la misma forma cuando todos sabemos que ha perdido su credibilidad. En una situación tal lo más lógico es el proceso constituyente, la máxima democracia, y no lo que agita la confrontación social. Un caso posterior, casero y próximo http://bit.ly/2y1MoLw

Un saludo”

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